21/9/11

El circuito del bullying y las emociones asociadas

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Cyberbullying: ¿En qué orientar a nuestros hijos o alumnos?


El cyberbullying es el uso de internet, celulares y videojuegos online para atormentar, amenazar, hostigar, humillar o molestar a otro. Al igual que el bullying, es sistemático, busca dañar a propósito, provocar un daño evitable, es injusto, reivindica la superioridad del agresor y provoca sufrimiento sin consentimiento y con indefensión en la víctima.

Según estadísticas, el 12,1% de los chicos entre 10 y 18 años de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú y Venezuela ha experimentado alguna forma de cyberbullying; y el 13% de los chicos de las mismas regiones reconoce haber realizado bullying con su celular o en la red.

Este es un tema que debe considerarse más como de sentido común y comunicación que como uno de tecnología. Aquí algunas sugerencias acerca de cómo intervenir.

Identificar si es cyberbullying o un conflicto entre compañeros

Tome las cosas con serenidad. Evite, a partir de tomar conocimiento del incidente, iniciar una batalla en la red. Trate de identificar si es acoso o un conflicto ocasional entre compañeros. Trate de descubrir quién o quiénes están detrás del supuesto acoso.

Tenga en cuenta que el lenguaje usado en la red puede confundirse con acoso, quizá se trate solo de una broma o burla que podría ser pasada por alto. La mejor medida para identificar de qué se trata es ver cómo se siente su hijo respecto de ello. Si hay amenazas, se debe informar a las personas pertinentes para tomar medidas preventivas. Si es un compañero del colegio, adviértalo al tutor.

Para mayor claridad, aquí algunas formas que puede tomar el cyberbullying:

  • Mandar mensajes amenazantes por e-mail o mensajes de texto.
  • Colgar una imagen comprometedora montada o real, difundir información personal que pueda avergonzar o dañar, individual o públicamente.
  • Crear o participar en grupos o páginas donde se inste a votar en una elección sobre quién es el más feo, tonto o cualquier otro calificativo.
  • Crear un perfil falso como si fuera de la víctima, publicando “confesiones” y afectando la reputación de esta.
  • Usar la dirección de correo electrónico de la víctima para que esta reciba spam o correos no deseados de desconocidos.
  • Hackear el correo electrónico para impedir su uso, leer sus mensajes violando la intimidad.
  • Provocar a la víctima y luego denunciarla por las agresiones que dio en respuesta.
  • Envenenar con rumores sobre un supuesto comportamiento dudoso o desleal de la víctima, de forma que otros asuman, sin dudar, hacer represalias o exclusiones.

Supervisar el uso de la red
Ayude a su hijo a conocer mecanismos para tener seguridad de relacionarse con quienes realmente desea y con quienes quiere que se comuniquen con él. Estas funciones se encuentran usualmente en la configuración de privacidad de sus cuentas de Facebook u otras redes sociales. Otra forma de acompañarlo es hacerse amigo de su hijo en la red.

“Googlee” a su hijo
Haga un seguimiento de cómo se comporta su hijo en la red. “Googlee” a su hijo a través de sus nombres, nicks, correos, dirección, números de teléfono, blogs creados por él. Puede usar la función Google Alertas para que periódicamente le llegue información a su correo de lo que publica su hijo en línea.

Orientar acerca de lo que publica, coloca o trasmite en las redes sociales
En los jóvenes hay un afán por exhibirse, ser popular o figurar. Es preciso que sepa
que eso puede llevarlo a excederse en aquello que publica o hace en la red. Hay que conversar acerca de cómo lo que publique, coloque o trasmita (textos, fotos, videos, grabaciones de voz) puede hacerlo más vulnerable al acoso si alguien tuviera la intención de dañarlo.

Bloquear al remitente
Indique a su hijo el bloqueo inmediato del remitente del acoso, si le pareció agresivo o no respondió a su petición de silenciarse o a la advertencia de ser bloqueado. Los Instant Messenger, en general, tienen la función de bloqueo de remitentes o con-tactos. Si el acosador cambiara de nick o enviara mensajes a través de otro contacto, proceda de la misma manera.

Informar al proveedor de Internet

El uso de una red social implica la aceptación expresa de un conjunto de políticas de respeto y responsabilidad en el uso del sistema. La violación de esas políticas implica la cancelación de la cuenta. Cuando suceda un incidente, denuncie al remitente ante el proveedor. En Facebook, puede hacerlo con el comando “denunciar”. Puede leer con su hijo http://www.facebook.com/safety/ El acosador debe saber que estar delante de la pantalla no lo protege de ser denunciado.

Conversar acerca de los límites de la lealtad
Muchos jóvenes, en aras de mostrar lealtad o amistad, intercambian sus passwords. El hacerlo le confiere una responsabilidad sobre la eventual suplantación y mensajes que se envíen a partir de la cadena que se puede iniciar. El password debe ser siempre mantenido en reserva.

Informar a la escuela
La escuela continúa más allá de timbre final de clases por la tarde. Sigue en los celulares, en la movilidad, a través de los smartphones y las redes sociales. El cyberbullying puede ser un camino para llevar situaciones que se dan dentro del colegio a la red. Notifique al colegio. Ello puede darle más seguridad a su hijo. Si lo acosan, guarde las pruebas.

Conociendo a los acosadores
Basado en las ideas de Parry Aftab de WiredSafety.org

El ángel vengador
Es quien alguna vez fue víctima y quiere dar una lección o quiere proteger a alguien que está siendo acosado. Usualmente aparece cuando no hay formas de expresar o denunciar acosos. Suele actuar solo.

El hambriento de poder
Interesado en demostrar que tiene poder y los compañeros hacen lo que él o ella quiere, o que puede controlar a través del miedo. Suele rodearse de audiencia, con la cual alardea de su poder. Disfruta de ver cómo se afecta la víctima y cómo los demás espectadores son manipulados en sus percepciones.

La venganza de los nerds
Su intención es asustar o avergonzar a sus víctimas y se ampara en el anonimato de internet y en el hecho de que nunca tiene que enfrentarse a ellas. Suele dedicarse a su víctima solo y mantiene sus acciones al margen de sus amigos. No tiene conciencia de la gravedad de lo que hace. Recurre al cyberbullying por poder. Debido a este impulso y a su dominio técnico, puede ser el más peligroso de todos los acosadores cibernéticos.

La regia
Busca acosar por entretenimiento, motivada por el ego y la inmadurez. Usualmente sus víctimas son otras chicas y se reúne en la habitación (pijamada) o la sala de la casa para cometer cyberbullying. Busca el reconocimiento de su poder intimidante. Cuando no resulta divertido, termina.

El acosador involuntario
Puede haber reaccionado a un mensaje de odio o de provocación recibido. No tiene intención de atacar, solamente responde sin pensar en las consecuencias de “presionar enter”. Los demás suelen sorprenderse de él cuando es identificado. Nadie lo podría creer.

16/4/11

Bullying: Dragones y Ratones


“No hay necesidad de apagar la luz del prójimo para que la nuestra pueda brillar”

El dragón y el ratón simbolizan los modos en que nuestros hijos pueden enfocar su mundo de relaciones sociales.Por un lado, el dragón es un animal que va dañando por ahí con el fuego de su boca y que puede simbolizar: la posición “yo gano, tu pierdes” el intento constante de conseguir las cosas por la fuerza la imposición de los propios intereses sobre los demás la agresividad y el descontrol en el cuerpo y la boca la dificultad para comprender el impacto de la propia violencia sobre los otros.

Y, por otro lado, el ratón es un animal tímido que puede simbolizar: la posición “yo pierdo, tú ganas” la dificultad para expresar las insatisfacciones la vergüenza y el susto el abandono o postergación de los propios intereses, priorizando los de los otros el ser víctima del abuso de otros la dificultad para reconocer y detener la violencia de otros.

Ambos estilos (agresivo y pasivo) dificultan la posibilidad de llevarse bien con los demás y de convivir saludablemente en el mundo. La manera más adecuada de prevenir estos estilos es, ante todo, observarlos en los hijos, así como constituirnos en observadores de nosotros mismos y nuestras formas de proceder y concebir las relaciones sociales de los niños y jóvenes.
¿Qué situaciones podemos evitar o promover en el hogar para que no se consolide el estilo dragón o el estilo ratón? Aquí un listado de aquellas que parecen tener más peso:

Dragón

1. No permitir la exclusión de compañeros de las invitaciones a casa. Si hay una fiesta, estar alerta cuando de todos excluyen a uno o dos.
2. Evitar hacer comentarios negativos o desvalorizantes de otros niños o jóvenes frente a los hijos, éstos últimos podrían tomar acciones en aras de ser leales a sus padres o sentir que es válido sentir ira en nombre de sus padres.
3. No ser permisivos con la conducta agresiva de los hijos; la violencia usualmente se incrementa cuando no hay nada que la detenga.
4. No mezclar los problemas personales con otros padres de familia con las relaciones que puedan tener sus hijos o viceversa.
5. Estar alerta a los mensajes que envían a través del Facebook cuando estos son ofensivos, discriminatorios o estimulan a otros a unírseles en contra de alguien.
6. Acordar pocas reglas familiares. En caso de no cumplirlas, aplicar una consecuencia siempre. Es útil que los hijos sientan responsabilidad sobre sus actos y que sean conscientes de que éstos afectan a otros.
7. Evitar el uso excesivo del castigo o el hostigamiento (a través de un exceso de reglas), ya que los hijos suelen desplazar las acciones frente a ellos hacia otras personas.
8. Estar alertas a cómo los hijos perciben nuestros conflictos conyugales, cómo perciben nuestra forma de resolverlos: si es asertiva o si es quizá agresiva (como dragón) o pasiva (como ratón).
9. Estar atentos a cómo llegan a los hijos los mensajes de motivación al éxito y la concepción de competencia. Verificar si estos significan opacar a otros para sobresalir, para así evitar este tipo de mensajes.
10. Quizá algunas veces se vean provocados por algunos compañeros, pero deben comprender que no pueden evitar que sus compañeros se comporten como lo hacen. Sin embargo, él o ella sí puede controlar sus respuestas frente a estas situaciones.
11. Evitar mensajes en casa que estimulen, validen o alienten la violencia (física, verbal, psicológica o virtual) contra otros.
12. Si saben que sus hijos han ofendido a algún compañero, no dejen de intervenir, es una oportunidad para ayudarlos. Un niño o joven agresivo expresa la necesidad de ser ayudado a través de su conducta.


Ratón


1. No ignorar las señales de aviso como aislamiento y molestias sistemáticas de otros niños.
2. Estar alertas a mensajes que en el hogar intimiden, ridiculicen o desvaloricen a los propios hijos (todas ellas formas de rechazo), haciéndolos tolerantes a la violencia y a la exclusión de otros contra ellos.
3. Felicitar sus logros, pues al minimizarlos los invitamos a ser incompetentes o a ser alumnos brillantes, pero a un costo emocional alto. En ambos casos el mensaje es uno solo: “no eres suficientemente bueno para nosotros”.
4. Estar alerta en casa a acciones que perpetuán la pasividad (limitarles la independencia, liberarlos de responsabilidades, sobreprotegerlos, etc.), ello genera inseguridad en su propia capacidad de resolver sus problemas.
5. Observar las interacciones agresivas entre hermanos, verificar qué rol asume cada hijo en esos enfrentamientos y qué sentimientos tienen al final (estar atentos a sentimientos de sumisión o impotencia, o a molestar más para ganar atención de ellos).
6. Estimular respuestas de protección rápidas y seguras frente a la agresión (“No te permito que…”).
7. Conversar con los hijos acerca de lo que es permitido y no permitido en la relación con los compañeros, enseñarles acerca de sus derechos personales o derechos asertivos.
8. Lograr espacios con los hijos para conversar acerca de cómo se sienten y qué los estimula a sentirse así (no basta con respuestas de” bien”, “mal”, o ”más o menos”, es útil ir ampliando el lenguaje que describa sus emociones ). Hay que hacerles notar que sus padres son personas con las cuales pueden contar para hablar, con entera confianza, de lo que sienten y lo que les sucede.

Convertirse en humano es un proceso de aprendizaje de la tolerancia, del respeto y del amor, y un estar alerta a las ofertas de convertirse en dragón o ratón, para despercudirse de ellas. Este proceso de aprendizaje descansa en gran medida en la familia, otro tanto en la escuela y otro en la comunidad.

8/3/11

Quien piensa claro, siente claro

Desde muy niño eres capaz de sacar conclusiones de la interacción con tu mundo, de las experiencias, del contacto con los demás, y de los mensajes que recibes. Así se va generando tu forma individual de pensar y enfocar las cosas, lo cual constituye tu lenguaje interno, el que usas en tus conversaciones contigo mismo. Tú eres la persona a las cual siempre estás oyendo, nunca cesas de hablarte.

Pero, ¿Qué es lo que sueles decirte? ¿Qué has aprendido a decirte? ¿La conversación contigo mismo está llena de pensamientos positivos? ¿O por el contrario llena de pensamientos negativos que no proyectan la realidad?¿Cómo saber si nuestros pensamientos son negativos?


Los pensamientos negativos no se refieren a “malos pensamientos”, aunque sí pueden causar efectos desagradables, éstos suelen:


1) Usar muchas suposiciones no demostrables (“Voy a equivocarme, estoy seguro”).


2) Hablar de la realidad como si fueran catástrofes o dramas (“Es terrible no ser perfecto”)


3) Expresarse en términos de exigencias o demandas (“Los demás deben ayudarme”)


4) Producir emociones negativas de larga duración e intensidad (“Si no controlo todo será un caos”)


5) Interferir con la solución de los problemas o el logro de nuestras las metas (“Será mejor dejarlo para otro día”)


¿Pensar exageradamente puede ser considerado negativo?
Nuestros hijos, al igual que nosotros, también generan sus enfoques del mundo y los usan en sus diálogos internos.


He observado que uno que se presenta con frecuencia es el pensamiento EXTREMISTA. Este tipo de pensamiento se caracteriza por:


1) Ver las cosas en blanco y negro, sin considerar la existencia de intermedios o grises: bueno/malo, feliz/infeliz, amado/odiado, popular/impopular, perfecto/imperfecto, etc. Es un pensamiento de todo o nada, si algo no está perfecto está terrible y fatal. Por ejemplo: Papá me llama la atención, mamá sale en mi defensa, y pienso “mi padre es malo y mi mamá es buena”, me invitan a una fiesta del aula y pienso “soy popular”.


2) Desesperanzarse y abatirse por un solo hecho negativo que ocurre, y concluir que a partir de ello todo saldrá igual de mal o equivocado. Las palabras con las que suelen empezar estos pensamientos son: “siempre” o “nunca”, por ejemplo, salgo desaprobado en un curso y pienso “nunca voy a mejorar en este curso”, no encuentro mi hoja de trabajo para una tarea a entregar al día siguiente y pienso “ya repetí el año”.


3) Una pequeñez negativa oscurece los otros aspectos de la realidad, como un pequeño punto negro en una hoja blanca, como un poco de tinta negra en el agua clara, por ejemplo: comienzo una exposición con un error y pienso “ya fregué todo”, o sólo hay un compañero a la fiesta donde llego y digo “no la voy a pasar bien, esto va a estar monse”.

Me he dado cuenta de que esto me pasa a mí… pero también a mis hijos. ¿Qué puedo hacer frente al pensamiento extremista?


Así como te hablas, así sientes, actúas y decides. Nuestro lenguaje extremista tiene un poder tremendo en nuestra autoestima, a través de él podemos, programarnos para fracasar, perder, desesperarnos, juzgarnos y sancionarnos, descalificarnos, desvalorizarnos o angustiarnos.
Es prioritario, por salud emocional, aprender a modificar nuestros pensamientos para hacerlos más realistas, proporcionales a lo ocurrido y más estimulantes para enfrentar las situaciones o alcanzar nuestras metas.


1) En la vida no hay absolutos: entre el blanco y el negro tenemos una serie de matices extraordinarios. Nadie es completamente infeliz o feliz, bueno o malo, amado u odiado, popular o impopular, todos tenemos un poco o algo de todo. En lugar de calificar a la experiencia desde una visión total (“todo me sale mal”) es mejor optar por un visión puntual (“no me fue bien en el coloreo”, “creo que no expresé con claridad lo que le quise decir”). También ayuda mucho a evitar las calificaciones extremistas, medir en porcentajes el concepto que usamos, por ejemplo: si piensas “soy un completo inútil” podrías decir “soy un 30% inútil”.



Además ¿para qué esforzarse en hacerlo todo bien y perfecto? O ¿lo mejor posible y más aún?, mejor solo hacer esfuerzo en las cosas que son importantes y todo lo demás solo hacerlo, y disfrutar de aquello que nos gusta y vale la pena.

2) Si te sientes derrotado, busca pruebas –a ver si encuentras- que evidencien que siempre va a ser así. Por ejemplo: Cambia el pensamiento “nunca voy a ser feliz” por “hoy ha sido un día difícil” o “esta semana ha sido dura”. Convierte lo aparentemente estable en temporal.


3) Cambia el radar que selecciona sólo lo negativo y el error, para que alcance a todo el panorama. Considera que si usas contigo mismo el radar negro, lo más probable es que afectes tu sensación de valor personal, y para los otros será difícil valorar a alguien que no se valora.


4) Ten en cuenta un listado de tus habilidades y cuando tengas la tentación de usar tu radar negro, léela o recuérdala. Agradece cuando alguien te haga un cumplido, acéptalo como parte de la percepción positiva que el otro tiene de ti, quizá has hallado una nueva habilidad para poner en tu lista.


La salud mental no solamente se construye acumulando experiencias agradables, creándolas y viviéndolas intensamente. Es fundamental también tener pensamientos e interpretaciones claras y realistas acerca de lo que experimentamos, pues quien piensa claro, siente claro también. Enséñales a tus hijos a hacer lo mismo.