22/8/12

Cómo los padres pueden demostrar a sus hijos que las tareas y la educación son importantes


La actitud que usted adopte respecto de las responsabilidades en general es un poderoso modelo para que él asuma las propias. Esta semana oía en la televisión a un maestro expresar su insatisfacción con el sistema educativo nacional, señalando que la escuela "no sirve para nada", desconociendo y negando las posibilidades que brinda la escuela como red social para el aprendizaje en la comunidad. Hay cosas que afinar, pero , constituye una de las fuentes más potentes para aprender la responsabilidad y la justicia, a través de los maestros y los múltiples vínculos que se generan en su interior, y que trascienden a la misma escuela en tiempo y geografía. Hacer un seguimiento de las tareas brinda a los niños y jóvenes el mensaje de que esto es importante para nosotros, más aún cuando ello no parece muy claro a la vista de ellos. Porque hablar "fuerte y serio" solo ayuda un poco en casos extremos, y conversar para que tome "conciencia"  en una misma proporción, aquí algunas acciones que pueden ayudar a hacer claro este mensaje en lo cotidiano:
1. Comience por hablar y sensibilizarlo sobre la situación, confíe en su hijo y su capacidad de mejorar, dele una oportunidad de encargarse de las cosas solo, no lo acose, pero de dicha conversación afloje un compromiso al menos, graficado en una acción muy puntual que realizará él para que las cosas mejoren, no va a pretender que las cosas mejoren si va a mantenerse haciendo lo mismo que antes. En ocasiones hay que ser directivo y proveerle de alguna idea. Ojalá él l e permita acompañarlo para verificar el que está alcanzando su compromiso. 
2. Enseñe a su hijo a darle un orden de prioridad a cada una de sus tareas y que las realice en ese orden. Es como tener un mapa antes de buscar el tesoro.
3. Establezca una hora para hacer las tareas.
4. Vigile que el lugar para hacer las tareas sea el adecuado (iluminado, ventilado, comodidad, etc.).
5. Elimine los distractores (computadora, Facebook, televisión y los juegos electrónicos). Suelen competir mucho con las tareas.
6. Asegúrese de que tenga sus materiales a la mano y que identifique los recursos necesarios.
7. Revise las tareas hechas y compárelas con la libreta donde fueron anotadas.
8. Infórmese acerca de las reglas del colegio sobre las tareas.
9. Esté alerta a las señales de frustración para buscar las razones, eso puede permitirle a usted dar las ayudas oportunas.
10. Informe al profesor sobre sus preocupaciones.
11. Si considera ayuda de algún profesor particular, que sea por un tiempo prudencial hasta que su hijo(a) se nivele. Este tipo de ayuda no puede eternizarse en aras de la independencia del estudiante.
12. Coordine en alguna medida los viajes con el calendario de evaluaciones y entrega de trabajos  previsto por el colegio.

17/8/12

la lucha diaria con las tareas escolares (2)

Continuando con el post anterior, aquí otros tips para solucionar problemas comunes relacionados a las tareas:

Pierde, ensucia o dobla fichas de trabajo u otros útiles escolares
1. Estimúlelo a llevar a casa todo lo que necesite para realizar la tarea, reconociendo su responsabilidad cuando cumpla con esto (haláguelo, felicítelo).
2. Proporciónele un lugar de estudio fijo, ordenado y provisto de todo lo necesario para trabajar.
3. Establezcan las reglas para el uso de su lugar de trabajo (no llevar alimentos, ordenarlo después de usarlo, etc.).
4. Observe cómo escribe (si se apoya en la mesa o en el cuaderno, si mueve constantemente el brazo) y enséñele la postura que debe adoptar al trabajar.
5. Recuérdele que, si se trata de fichas sueltas, debe llevarlas dentro de un fólder para que no se arruguen o maltraten.

No sabe o no recuerda qué tenía que hacer
1. Deje que lea las instrucciones de la tarea, no le solucione el problema inmediatamente, que se tome tiempo para volver a leer y entender (en silencio o en voz alta).

Comete muchos errores al resolver sus tareas
1. Asegúrese de que su horario de trabajo no inicie tan tarde, pues los errores podrían deberse al cansancio.
2. Deje a la mano diccionarios y otros libros de consulta que puedan ayudarle en sus labores.
3. Intente estar presente (no necesariamente parado a su costado) para resolver sus dudas.

No tiene los cuadernos al día
1. Dialogue y escuche sus razones para no estar al día. No pierda la calma, pregúntele qué clase tuvo, sobre qué hablaron y cuáles son las consecuencias de no estar al día.
2. Negocien o acuerden un sistema para que se comprometa a anotar las clases que ha tenido y a ponerse al día a más tardar en el fin de semana.

Ayudarlo en las tareas si es necesario
1. Aproveche los fines de semana para organizar y acordar en familia las acciones por realizar en torno a las tareas.
2. Ponga al tanto a la persona que está con su hijo sobre los acuerdos y reglas establecidos (horarios, opciones, etc.).
3. Aclare que la tarea es responsabilidad del alumno.
4. No le haga la tarea, ayúdelo si es necesario (absuelva preguntas, dé sugerencias, etc.).

La lucha diaria con las tareas escolares (1)

Tips para solucionar problemas comunes relacionados a las tareas

Se olvida de copiar las tareas en la “libreta”
1. Pregúntele qué clases ha tenido para que recuerde las tareas asignadas; no llame a sus compañeros para que le dicten la tarea.
2. Enséñele a afrontar el incumplimiento de tareas y sus consecuencias; no lo justifique.
3. Hable con él o ella, no le grite ni amenace y establezca nuevas formas de ayudarlo a no olvidar de anotar las tareas (que las copie al término de cada clase, que lea su libreta antes de la salida, etc.).
4. Póngale una meta "Copiar las tareas en la libreta todos los días", que ha de cumplir a lo largo de 15 días o un mes para observar sus logros. Deben crear juntos un cuadro grande y colocarlo en un lugar visible. Además, ambos deben revisarlo y acordar juntos el premio (una hora más de TV, un amigo se queda a dormir, etc.) o la sanción (no salir a jugar con los amigos del barrio, no ver un programa favorito, etc.).
5. Establezca con su hijo(a) que, si no ha copiado las tareas en su libreta de deberes o no tiene ninguna ese día, igual deberá emplear el tiempo asignado para hacer tareas repasando algún tema, releyendo o practicando más ejercicios.
6. Una técnica muy útil para los niños y que utilizamos constantemente en primaria consiste en pegar un sticker o un dibujo en su carpeta con un símbolo que signifique “copiar las tareas” (un lápiz por ejemplo). De esta manera se evita que el profesor sea quien le haga el recordatorio al alumno y se fomenta su autonomía.

Se demora demasiado o empieza muy tarde a hacer las tareas
1. Acuerde un horario fijo de tareas incluyendo pequeños descansos. Este horario deberá ser ubicado en un lugar visible.
2. Recopile datos, averigüe las razones de su demora, tal vez no entiende algo, o no sabe por dónde empezar. Plantéele: ¿Quién se perjudica? ¿Puedes solucionarlo?
3. Aconséjele empezar por los cursos que considere más difíciles.
4. Observe su lugar de trabajo, quizá haya muchos distractores en él o se ubica hacia la calle donde se escuchan muchos ruidos que distraen.

¿Por qué asignan tareas los profesores?


Porque las tareas le sirven a su hijo para:

1. Practicar el trabajo independiente.
2. Repasar lo aprendido en clase.
3. Prepararse para la siguiente clase.
4. Afianzar el empleo de diversos recursos: la biblioteca, los materiales de referencia y sitios en Internet, bajo una mirada selectiva (discriminando lo que es de utilidad y lo que es secundario).
5. Indagar con profundidad algunos puntos de interés sobre un tema que no se abordó plenamente en clase.
6. Aplicar habilidades que ha adquirido, pero a situaciones nuevas.
7. Estimular la autodisciplina y la responsabilidad (hacer las cosas a tiempo y con calidad).


"Si la tarea no contribuye a crear seres autónomos y a favorecer el aprendizaje de los educandos, entonces que desaparezca, porque está ayudando al aprendizaje de formas de corrupción". Patricia Ganem A.

20/6/12

¿Es o no es bullying?

Si bien el abuso sistemático entre escolares se ha dado desde que han existido escuelas, creo que su alta incidencia ahora se debe a la confluencia de algunos factores que se han exacerbado en nuestra cultura:

Causas

1) La creciente incapacidad de las personas para pensar o intuir cómo afecta su conducta a los otros; estamos más expuestos a oportunidades para insensibilizarnos o desensibilizarnos frente al dolor humano,
2) la constante duda acerca de nuestro valor personal y la constante comparación para verificar que valemos más que otros, con conclusiones angustiantes,
3) una sociedad con menos límites ante lo que se dice o hace a otros, con adultos, familias o instituciones flexibles frente a conductas ofensivas e irrespetuosas, en algunos casos alentándolas con el ejemplo o las prácticas, y
4) una tendencia a vivir como si intentáramos sobrevivir (haciendo cosas de tal manera que lo mejor sea para mí y lo menos bueno o lo peor sea para los otros), cuando lo que nos toca ahora es aprender a convivir.

Tal como sucede en las familias, en las sociedades los afectados iniciales y visibles de una dinámica enferma suelen ser los niños o jóvenes. El maltrato entre compañeros se está expresando en las escuelas de nuestra sociedad, pero creo que nuestros hijos no son más que los corderos que están asumiendo los síntomas de una dinámica social complicada, muy diferente a la que nosotros hemos vivido durante nuestra propia vida escolar. 

¿Cómo identificarlo? 

Aquí algunas ideas con datos derivados de las conversaciones con sus hijos en tutoría. ¿Qué es el maltrato entre compañeros o bullying? Veamos cuáles son las características del maltrato psicológico, verbal o físico producido entre escolares: 

• Es sistemático. Tiene que darse de manera continua o reiterada, no se trata de un incidente aislado, por ello hay que diferenciarlo del conflicto entre estudiantes, que surge en un momento y se soluciona en poco tiempo. 
• Busca dañar a propósito. Las agresiones no son casuales e intentan desde provocar soledad y miedo hasta lesiones físicas. 
• Es injusto y abusivo. Hay un desequilibrio de poder, ya sea por fuerza o tamaño, número de gente movilizada, inteligencia u otra habilidad (como la facilidad para insultar) que usa el agresor para someter a la víctima. 
• El agresor obtiene beneficios. Se siente orgulloso, gana aprecio de los espectadores, le otorga poder o le permite preservarlo delante del grupo. 
• Provoca sufrimiento sin consentimiento y con indefensión en la víctima. La víctima no pide ser maltratada, no pide sentirse como se siente, insegura, ansiosa, molesta, deprimida o desesperanzada. 
• El o los agresores justifican la agresión. Pretenden minimizar sus acciones a través de discursos como “todos lo hacen”, “no le afecta en verdad, es más, se ríe”, “él lo provoca”. 
• Se da con indiferencia o complicidad de otros. Los compañeros de alguna manera participan, desde aquel que da la espalda y dice “no es mi problema” o aquel que informa al agresor de las cosas que hace la víctima para que sea atacado, hasta aquel que agrede visiblemente o almacena información como un “cerebro” y que organiza las acciones de abuso. 
• Se da a espaldas de los adultos. Los chicos suelen cometer sus acciones de maltrato fuera de la vista de los maestros u ocultárselo a sus padres (ante quienes aparecen como víctimas), o crean las condiciones de chantaje a la víctima para que se retracte o mantenga silencio y así se perpetúe el maltrato.

¿Qué formas toma el maltrato entre compañeros? 

• Bloqueo o exclusión social (aislamiento o quiebre de la red de relaciones). Por ejemplo, instigar a los compañeros a dejarlo de lado o hacerse amigo de sus mejores amigos y hacer que no lo elijan para algo ni le permitan participar de alguna actividad. A través de estas actividades el agresor provoca sentimientos de soledad en su víctima. 
• Hostigamiento (desprecio o discriminación). Por ejemplo, ponerle apodos, ridiculizarlo, burlarse de sus intervenciones, insultarlo, imitarlo, hacer caricaturas de él. El agresor, al descalificar, afecta la autoestima de la víctima. 
• Manipulación (envenenar a los otros en contra de la víctima). Por ejemplo, levantar rumores negativos del compañero, exagerar negativamente las cosas que hace, minimizar sus logros, atribuirle cosas que no hizo (esconder cosas de otros en la mochila de la víctima), reunirse con otros para chismear expresamente de la víctima, todo ello en aras de crear una imagen que no la haga elegible socialmente. 
• Coacción (torcer la voluntad de la víctima). Por ejemplo, hacer que haga cosas en contra de sus principios, capacidad de disfrute o seguridad (obsequiar su lonchera o dar dinero al agresor, pegarle a otro por indicación del agresor quien prometió dejar de molestarlo si le obedecía, abstenerse de participar en una actividad por prohibición del agresor, etc.). Otra forma común de coacción es provocar a la víctima para que reaccione agresivamente, y luego el agresor se victimice delante de los adultos y exija sanción para el compañero. 
• Intimidación y amenazas (provocar miedo a través de actos físicos o psicológicos). Por ejemplo, esconder las cosas de la víctima que luego aparecen rotas o garabateadas, golpes, empujones, daños en general que se justifican ante los adultos como casualidades, advertirle que si se queja le va a ir peor o que van a “meterse con su familia” (aunque algunos ya lo hacen como parte del maltrato), etc. 
• Cyberbullying (atormentar, hostigar o humillar en la red o por medios electrónicos). Por ejemplo, hackear la cuenta de la víctima (de correo o Facebook) y enviar mensajes suplantándola, crear páginas en contra de la víctima, opinar o incitar a otros a opinar negativamente de la víctima en la red, etc. 

Nuestro colegio está pendiente de este fenómeno. Los profesores, el personal administrativo, el personal de mantenimiento y los choferes de las movilidades han sido capacitados para identificar y reportar sucesos que podrían estar relacionados con casos de maltrato escolar y así activar el proceso de intervención. El colegio luego de la corroboración necesaria tomará las medidas correctivas y formativas correspondientes. Los padres deben tomar con mucha serenidad un eventual reporte en el que se vieran involucrados sus hijos. Uno de los objetivos de este artículo es brindarles herramientas para que ustedes mismos puedan ver si el hecho reportado cumple con los requisitos para ser considerado maltrato escolar, pues lo más probable es que se trate solo de un conflicto entre compañeros. 

En los dos posts anteriores (“Mensajes vivientes” y “Envidia en la escuela”) escribí acerca de qué hacer para prevenir el bullying desde el hogar. Considero que este tema debe ser conversado una tarde con sus hijos. Creo además pertinente hablar sobre la capacidad de empatía, la autoestima y el asumir responsabilidad sobre sus actos (lo que hacen y dicen) como principales factores de protección frente al maltrato entre compañeros. Finalmente, les recordamos que, de diversas maneras, estamos comunicando a los alumnos el interés que tenemos en que nuestra escuela continúe siendo un lugar donde vengan a aprender con alegría, y que es fundamental que ellos también permitan a sus compañeros hacer lo mismo. 

Queremos ser un colegio en donde cada quien pueda brillar sin necesidad de apagar la luz de otro.

Envidia en la escuela: las víctimas del bullying

¿Quiénes son las posibles víctimas de maltrato por parte de otros compañeros? 

Aunque se dice que las víctimas suelen ser los niños o jóvenes con gustos y estilos distintos a los de los otros, que tienen baja competencia social, que no se defienden ante las bromas o burlas y que en general proyectan una imagen de ser vulnerables, las investigaciones señalan que cualquiera que destaque, quite protagonismo o despierte celo en otro, puede constituirse en víctima. La víctima suele despertar en el agresor sentimientos reiterados de inferioridad y envidia, pues le recuerda (sin ella saberlo) sus propios fracasos, frustraciones y debilidades, y el agresor reiteradamente se organiza u organiza a otros para matar social o psicológicamente a la víctima por envidia. 

¿Qué señales de alerta pueden indicarme que mi hijo(a) es víctima? 

• Manifiesta temor de ir a la escuela. 
• Se aísla respecto de sus pares. 
• Presenta síntomas emocionales o psicosomáticos (asistencia continua a la enfermería por dolores inexplicables o ansiedad, en especial en el recreo). 
• Si se le pregunta sobre algún hecho relacionado, lo niega, se angustia o entra en incongruencias. 
• Se percibe a sí mismo como indefenso (con la sensación de que nadie lo puede ayudar) y desvalorizado (con sentimientos de no ser tan bueno como quisiera en algún aspecto, a pesar de existir razones por las cuales podría sentirse orgulloso de sí mismo). 
• Habla del maltrato vivido por otros compañeros, tratando de probar cuál sería la reacción de sus padres ante la posibilidad de que estos se enteren de que él es víctima de maltrato. 

¿Hay niveles en la experimentación de ser víctima? 


Sí, en efecto, hay niveles progresivamente más peligrosos:

1. Objeto de juego (la víctima se siente confundida: “¿será esto en broma o en serio?”). 
2. Víctima resistente (se siente hostil: “me enfurece que me hagan esto, voy a responderle(s)”). 
3. Víctima indefensa (se siente ansiosa: “me siento muy inseguro y no hay nadie que pueda ayudarme”). 
4. Sometido autocrítico (se siente ineficiente: “quizá tenga(n) razón, algo malo debo tener para que me trate(n) así, creo que me lo merezco”). 
5. Enfermo destructivo (entra en depresión: “destruiré a mi(s) agresor(es)” o “me destruiré a mí mismo para solucionar esto”).

¿Hay cosas que puedo considerar para prevenir esto? 

Para prevenir puedo repensar junto con la familia sobre algunas cosas que hay que hacer y otras que hay que dejar que hacer: 
• Tener cuidado de no humillar o tratar a los hijos con ironía. Si se sienten tratados así en casa, les parecerá normal recibir un trato similar por parte de sus compañeros en la escuela. 
• Evitar el mensaje “no eres suficientemente bueno para mí”. Alentar la conducta o logro esperado. Criticar solo las conductas no deseadas del niño en vez de calificarlo de una manera general, como malo e ineficiente. 
• En las conversaciones dar mensajes claros dirigidos a potenciar el valor personal (“eres tan valioso como los otros”, “tienes el derecho a ser como eres”, “debes estar seguro de que si alguien te maltrata, no te mereces un trato así y de hecho, no eres el culpable de ello”. 
• Los hijos tienen que saber que deben contar a sus padres lo que les suceda. 
• El uso de la violencia física como respuesta ante el maltrato, puede llevarnos a un terreno peligroso; pues recomendar a los hijos que se defiendan agrediendo físicamente, invita al otro a hacer algo más en respuesta. Tengamos en cuenta que no podremos controlar las consecuencias en adelante. 
• Atender al eventual aislamiento y quejas, evitar minimizar estas situaciones. 
• Observar la relación entre hermanos que podría alimentar la sumisión. 
• Estimular la propia capacidad para resolver las cosas, si la situación no es muy grave como un bullying, sino sólo un conflicto entre compañeros, esperar lo prudencial para que se las arreglen entre ellos. Muchos padres no saben diferenciar entre abuso y conflicto, lo que puede llevarlos a percibir el hecho desproporcionadamente. 
• Estimular el aprendizaje de respuestas de protección ante la agresión (quejarse con el compañero, cuadrarlo con energía, bromear acerca de su intento por agredirlo, “guapearlo criollamente”, y el arma más fuerte, dejar en evidencia el motivo de la envidia o celo del agresor). 
• Dialogar acerca de lo permitido y no permitido en una relación entre compañeros. Es común que los chicos (sin ser víctimas) no puedan diferenciar ello, y se muestran flexibles con cosas que en realidad les molestan. 
• Finalmente, constituirnos en los principales depositarios de la confianza de nuestros hijos, para que (en especial) en los momentos más críticos seamos los principales canales de escucha y fuentes de consejo en su proceso de maduración.

29/3/12

Mensajes vivientes: los agresores en el bullying

Entre el año 2000 y el 2011 el número de denuncias por violencia familiar en el Perú llegó a aproximadamente 300,000 (lo cual no incluye la violencia vivida en secreto). Ante este registro me preguntaba por las personas involucradas tras estas situaciones denunciadas: hombres y mujeres, padres e hijos, agresores y víctimas, personas reales. 300,000 agresores que alguna vez fueron niños, que se sentaron en una mesa familiar, que fueron a una escuela, que estuvieron en contacto con adultos, los cuales, en alguna medida, vivieron atentos a ellos, algunos desconectados, otros “atentos”, pero, sin decir una palabra, minimizando, justificando o negando las faltas mientras sus niños iban entrenándose en maltratar a otros de acuerdo con su edad y perfeccionándose en sus formas de hacerlo.

Es que los humanos vivimos siempre con la posibilidad de ser dañados, es innegable, pero tenemos a la par una gran capacidad para dañar a otros. Creo que hay algunas acciones que pueden ayudar desde el hogar para disminuir las probabilidades del uso de esa capacidad en nuestros hijos. Enfatizo en el poder de nuestras acciones y de los diálogos (preventivos algunos y otros de confronte cuando la situación lo requiera) para orientarlos y acompañarlos en el proceso de aprender a convivir con las personas que los rodean.


• Enseñarles que siempre es posible controlarse: la ira, la envidia o, los celos son emociones de todo ser humano. Es imposible controlar la aparición de estas fuerzas de la naturaleza humana en nosotros, pero sí podemos decidir qué tiempo se quedan con nosotros y cómo manejarlas.
• Reflexionar con ellos acerca de cómo podrían estar viviendo a diario de acuerdo con la “ley del embudo”, todo lo ancho y cómodo para que pase yo, pero el paso angosto y difícil para los demás, o tratando de quedar bien a costa de dejar mal a otros (difamando, ridiculizando, manipulando, subestimando, discriminando, incluso golpeando); o todo lo bueno para mí y lo menos bueno para el otro; sintiéndose orgullosos de su hazaña. Denles la oportunidad o fuércenlos a hacer acciones en beneficio de otros. Complaciéndose de cooperar con otros, de ser artífices de la alegría de otros, les ayudará a descentrarse de sí mismos, pues, los que viven la “ley del embudo” como filosofía de vida, suelen pensar que son “el último chizito de la matiné” o “la medida de todas las cosas”.
• Reflexionar con ellos acerca de que el otro es un bien en sí mismo, que es amado por muchas personas como lo son ellos, y que tiene el derecho a estar bien. Al hacer algo en contra de una persona, están yendo en contra de la gran fuerza de amor de todos aquellos que lo respaldan.
• Muchos niños tienen la idea de que “si no ataco primero, los demás siempre van a abusar de mí”. Es importante reflexionar con ellos al respecto, nuestros hijos podrían estar viviendo asustados, tratando de asegurarse de que nadie los trate como tontos o débiles, llegando incluso a dudar de las buenas intenciones de la gente, todo el perfil de una persona paranoide. A partir de la pubertad cuando se inicia el interés por desarrollar amistades genuinas, su soledad podría agudizarse, pues los demás ya no lo aceptarán como amigo, porque es (dentro de su esquema) incapaz de confiar en los demás, y la confianza es un elemento fundamental para la construcción de las amistades.
• Encender el radar ante la manipulación de cerebros maquiavélicos. Aunque no los exime de responsabilidad, nuestros hijos muchas veces hacen daño manejados por otro que odia a la víctima. Ellos creen todo lo que les dice el manipulador. Si observamos en nuestros hijos esta fragilidad para dejarse envenenar, debemos actuar pronto. Quien ahora cede con facilidad ante la presión o a la persuasión absurda y falaz, más adelante será candidato a ceder rápidamente ante la presión para realizar acciones más dañinas. Hay que fortalecer su capacidad de autonomía, incluso su capacidad para valientemente decir “yo pienso diferente y por lo tanto hago diferente”.
• Estar atentos a cómo nosotros podemos ser modelos o incitadores de aquellas actitudes o acciones que precisamente intentamos que nuestros hijos no posean. Si hablamos mal de otros padres o de los compañeros de nuestros hijos, ellos pueden sentir que al maltratar a estas personas están siendo leales con nosotros. También podemos ser modelos de violencia cuando maltratamos a personas que viven en el hogar o incluso a nuestros propios hijos, a través de la desaprobación, las amenazas, la falta de disponibilidad en la vida de ellos, al exponerlos a corrupción, al pedirles resultados más allá de la perfección, al privarlos de cuidados básicos (teniendo el dinero para hacerlo) o al programar su vida, sin considerar su opinión.


Formar una actitud a favor de la convivencia positiva es un ejercicio que demanda un autoanálisis acerca de cómo actuamos para prevenir y de cómo intervenimos cuando hay incidentes. Por su parte, a nuestros hijos les demanda valentía para detectar y enfrentar o abandonar discursos violentos a tiempo, so pena de convertirse desde ya en un candidato óptimo a formar parte de una estadística como la expuesta al principio, y peor aún, arrastrando a otros a su infelicidad. Los niños son mensajes vivientes que enviamos al futuro, en ese sentido, creo que hay mucho por hacer tanto en la escuela como en la familia; estamos a tiempo, total, aún son niños.


Recomiendo ver estos videos:
Los niños ven, los niños hacen
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