20/6/12

¿Es o no es bullying?

Si bien el abuso sistemático entre escolares se ha dado desde que han existido escuelas, creo que su alta incidencia ahora se debe a la confluencia de algunos factores que se han exacerbado en nuestra cultura:

Causas

1) La creciente incapacidad de las personas para pensar o intuir cómo afecta su conducta a los otros; estamos más expuestos a oportunidades para insensibilizarnos o desensibilizarnos frente al dolor humano,
2) la constante duda acerca de nuestro valor personal y la constante comparación para verificar que valemos más que otros, con conclusiones angustiantes,
3) una sociedad con menos límites ante lo que se dice o hace a otros, con adultos, familias o instituciones flexibles frente a conductas ofensivas e irrespetuosas, en algunos casos alentándolas con el ejemplo o las prácticas, y
4) una tendencia a vivir como si intentáramos sobrevivir (haciendo cosas de tal manera que lo mejor sea para mí y lo menos bueno o lo peor sea para los otros), cuando lo que nos toca ahora es aprender a convivir.

Tal como sucede en las familias, en las sociedades los afectados iniciales y visibles de una dinámica enferma suelen ser los niños o jóvenes. El maltrato entre compañeros se está expresando en las escuelas de nuestra sociedad, pero creo que nuestros hijos no son más que los corderos que están asumiendo los síntomas de una dinámica social complicada, muy diferente a la que nosotros hemos vivido durante nuestra propia vida escolar. 

¿Cómo identificarlo? 

Aquí algunas ideas con datos derivados de las conversaciones con sus hijos en tutoría. ¿Qué es el maltrato entre compañeros o bullying? Veamos cuáles son las características del maltrato psicológico, verbal o físico producido entre escolares: 

• Es sistemático. Tiene que darse de manera continua o reiterada, no se trata de un incidente aislado, por ello hay que diferenciarlo del conflicto entre estudiantes, que surge en un momento y se soluciona en poco tiempo. 
• Busca dañar a propósito. Las agresiones no son casuales e intentan desde provocar soledad y miedo hasta lesiones físicas. 
• Es injusto y abusivo. Hay un desequilibrio de poder, ya sea por fuerza o tamaño, número de gente movilizada, inteligencia u otra habilidad (como la facilidad para insultar) que usa el agresor para someter a la víctima. 
• El agresor obtiene beneficios. Se siente orgulloso, gana aprecio de los espectadores, le otorga poder o le permite preservarlo delante del grupo. 
• Provoca sufrimiento sin consentimiento y con indefensión en la víctima. La víctima no pide ser maltratada, no pide sentirse como se siente, insegura, ansiosa, molesta, deprimida o desesperanzada. 
• El o los agresores justifican la agresión. Pretenden minimizar sus acciones a través de discursos como “todos lo hacen”, “no le afecta en verdad, es más, se ríe”, “él lo provoca”. 
• Se da con indiferencia o complicidad de otros. Los compañeros de alguna manera participan, desde aquel que da la espalda y dice “no es mi problema” o aquel que informa al agresor de las cosas que hace la víctima para que sea atacado, hasta aquel que agrede visiblemente o almacena información como un “cerebro” y que organiza las acciones de abuso. 
• Se da a espaldas de los adultos. Los chicos suelen cometer sus acciones de maltrato fuera de la vista de los maestros u ocultárselo a sus padres (ante quienes aparecen como víctimas), o crean las condiciones de chantaje a la víctima para que se retracte o mantenga silencio y así se perpetúe el maltrato.

¿Qué formas toma el maltrato entre compañeros? 

• Bloqueo o exclusión social (aislamiento o quiebre de la red de relaciones). Por ejemplo, instigar a los compañeros a dejarlo de lado o hacerse amigo de sus mejores amigos y hacer que no lo elijan para algo ni le permitan participar de alguna actividad. A través de estas actividades el agresor provoca sentimientos de soledad en su víctima. 
• Hostigamiento (desprecio o discriminación). Por ejemplo, ponerle apodos, ridiculizarlo, burlarse de sus intervenciones, insultarlo, imitarlo, hacer caricaturas de él. El agresor, al descalificar, afecta la autoestima de la víctima. 
• Manipulación (envenenar a los otros en contra de la víctima). Por ejemplo, levantar rumores negativos del compañero, exagerar negativamente las cosas que hace, minimizar sus logros, atribuirle cosas que no hizo (esconder cosas de otros en la mochila de la víctima), reunirse con otros para chismear expresamente de la víctima, todo ello en aras de crear una imagen que no la haga elegible socialmente. 
• Coacción (torcer la voluntad de la víctima). Por ejemplo, hacer que haga cosas en contra de sus principios, capacidad de disfrute o seguridad (obsequiar su lonchera o dar dinero al agresor, pegarle a otro por indicación del agresor quien prometió dejar de molestarlo si le obedecía, abstenerse de participar en una actividad por prohibición del agresor, etc.). Otra forma común de coacción es provocar a la víctima para que reaccione agresivamente, y luego el agresor se victimice delante de los adultos y exija sanción para el compañero. 
• Intimidación y amenazas (provocar miedo a través de actos físicos o psicológicos). Por ejemplo, esconder las cosas de la víctima que luego aparecen rotas o garabateadas, golpes, empujones, daños en general que se justifican ante los adultos como casualidades, advertirle que si se queja le va a ir peor o que van a “meterse con su familia” (aunque algunos ya lo hacen como parte del maltrato), etc. 
• Cyberbullying (atormentar, hostigar o humillar en la red o por medios electrónicos). Por ejemplo, hackear la cuenta de la víctima (de correo o Facebook) y enviar mensajes suplantándola, crear páginas en contra de la víctima, opinar o incitar a otros a opinar negativamente de la víctima en la red, etc. 

Nuestro colegio está pendiente de este fenómeno. Los profesores, el personal administrativo, el personal de mantenimiento y los choferes de las movilidades han sido capacitados para identificar y reportar sucesos que podrían estar relacionados con casos de maltrato escolar y así activar el proceso de intervención. El colegio luego de la corroboración necesaria tomará las medidas correctivas y formativas correspondientes. Los padres deben tomar con mucha serenidad un eventual reporte en el que se vieran involucrados sus hijos. Uno de los objetivos de este artículo es brindarles herramientas para que ustedes mismos puedan ver si el hecho reportado cumple con los requisitos para ser considerado maltrato escolar, pues lo más probable es que se trate solo de un conflicto entre compañeros. 

En los dos posts anteriores (“Mensajes vivientes” y “Envidia en la escuela”) escribí acerca de qué hacer para prevenir el bullying desde el hogar. Considero que este tema debe ser conversado una tarde con sus hijos. Creo además pertinente hablar sobre la capacidad de empatía, la autoestima y el asumir responsabilidad sobre sus actos (lo que hacen y dicen) como principales factores de protección frente al maltrato entre compañeros. Finalmente, les recordamos que, de diversas maneras, estamos comunicando a los alumnos el interés que tenemos en que nuestra escuela continúe siendo un lugar donde vengan a aprender con alegría, y que es fundamental que ellos también permitan a sus compañeros hacer lo mismo. 

Queremos ser un colegio en donde cada quien pueda brillar sin necesidad de apagar la luz de otro.

Envidia en la escuela: las víctimas del bullying

¿Quiénes son las posibles víctimas de maltrato por parte de otros compañeros? 

Aunque se dice que las víctimas suelen ser los niños o jóvenes con gustos y estilos distintos a los de los otros, que tienen baja competencia social, que no se defienden ante las bromas o burlas y que en general proyectan una imagen de ser vulnerables, las investigaciones señalan que cualquiera que destaque, quite protagonismo o despierte celo en otro, puede constituirse en víctima. La víctima suele despertar en el agresor sentimientos reiterados de inferioridad y envidia, pues le recuerda (sin ella saberlo) sus propios fracasos, frustraciones y debilidades, y el agresor reiteradamente se organiza u organiza a otros para matar social o psicológicamente a la víctima por envidia. 

¿Qué señales de alerta pueden indicarme que mi hijo(a) es víctima? 

• Manifiesta temor de ir a la escuela. 
• Se aísla respecto de sus pares. 
• Presenta síntomas emocionales o psicosomáticos (asistencia continua a la enfermería por dolores inexplicables o ansiedad, en especial en el recreo). 
• Si se le pregunta sobre algún hecho relacionado, lo niega, se angustia o entra en incongruencias. 
• Se percibe a sí mismo como indefenso (con la sensación de que nadie lo puede ayudar) y desvalorizado (con sentimientos de no ser tan bueno como quisiera en algún aspecto, a pesar de existir razones por las cuales podría sentirse orgulloso de sí mismo). 
• Habla del maltrato vivido por otros compañeros, tratando de probar cuál sería la reacción de sus padres ante la posibilidad de que estos se enteren de que él es víctima de maltrato. 

¿Hay niveles en la experimentación de ser víctima? 


Sí, en efecto, hay niveles progresivamente más peligrosos:

1. Objeto de juego (la víctima se siente confundida: “¿será esto en broma o en serio?”). 
2. Víctima resistente (se siente hostil: “me enfurece que me hagan esto, voy a responderle(s)”). 
3. Víctima indefensa (se siente ansiosa: “me siento muy inseguro y no hay nadie que pueda ayudarme”). 
4. Sometido autocrítico (se siente ineficiente: “quizá tenga(n) razón, algo malo debo tener para que me trate(n) así, creo que me lo merezco”). 
5. Enfermo destructivo (entra en depresión: “destruiré a mi(s) agresor(es)” o “me destruiré a mí mismo para solucionar esto”).

¿Hay cosas que puedo considerar para prevenir esto? 

Para prevenir puedo repensar junto con la familia sobre algunas cosas que hay que hacer y otras que hay que dejar que hacer: 
• Tener cuidado de no humillar o tratar a los hijos con ironía. Si se sienten tratados así en casa, les parecerá normal recibir un trato similar por parte de sus compañeros en la escuela. 
• Evitar el mensaje “no eres suficientemente bueno para mí”. Alentar la conducta o logro esperado. Criticar solo las conductas no deseadas del niño en vez de calificarlo de una manera general, como malo e ineficiente. 
• En las conversaciones dar mensajes claros dirigidos a potenciar el valor personal (“eres tan valioso como los otros”, “tienes el derecho a ser como eres”, “debes estar seguro de que si alguien te maltrata, no te mereces un trato así y de hecho, no eres el culpable de ello”. 
• Los hijos tienen que saber que deben contar a sus padres lo que les suceda. 
• El uso de la violencia física como respuesta ante el maltrato, puede llevarnos a un terreno peligroso; pues recomendar a los hijos que se defiendan agrediendo físicamente, invita al otro a hacer algo más en respuesta. Tengamos en cuenta que no podremos controlar las consecuencias en adelante. 
• Atender al eventual aislamiento y quejas, evitar minimizar estas situaciones. 
• Observar la relación entre hermanos que podría alimentar la sumisión. 
• Estimular la propia capacidad para resolver las cosas, si la situación no es muy grave como un bullying, sino sólo un conflicto entre compañeros, esperar lo prudencial para que se las arreglen entre ellos. Muchos padres no saben diferenciar entre abuso y conflicto, lo que puede llevarlos a percibir el hecho desproporcionadamente. 
• Estimular el aprendizaje de respuestas de protección ante la agresión (quejarse con el compañero, cuadrarlo con energía, bromear acerca de su intento por agredirlo, “guapearlo criollamente”, y el arma más fuerte, dejar en evidencia el motivo de la envidia o celo del agresor). 
• Dialogar acerca de lo permitido y no permitido en una relación entre compañeros. Es común que los chicos (sin ser víctimas) no puedan diferenciar ello, y se muestran flexibles con cosas que en realidad les molestan. 
• Finalmente, constituirnos en los principales depositarios de la confianza de nuestros hijos, para que (en especial) en los momentos más críticos seamos los principales canales de escucha y fuentes de consejo en su proceso de maduración.