17/3/09

Ser dueño de uno mismo

Deseo comenzar hablando sobre una frase de Paracelsus (Suiza 1493 – Austria 1541): “Que no sea de otro quien puede ser dueño de sí mismo”. Este grito de batalla me lo imagino en boca de personas que lideraron a otras para lograr la libertad de sus pueblos, para que estos se hicieran dueños de sus destinos. Ser dueño de uno mismo, dentro del marco de responsabilidades que te confiere ser hijo, hermano y alumno, implica tener la sensación de:

* ser protagonista de tu propia historia, único, sin ser copia de nadie, con amor, protección (amable contigo mismo) y respeto hacia ti mismo, con un cuerpo que te obedece en las cosas que te propones y que no te controla.
* conocerte a ti mismo (por un lado, tus fortalezas, las cuales cultivas y, por otro, las cosas que debes cambiar).
* ser responsable de las consecuencias de tus actos (al no pertenecer a nadie), centrado en hacerte cada vez más dueño de ti que en adueñarte de los demás.
* tener fe en ti mismo (tú eres uno de tus mejores amigos) y, como te sientes así, exigir a los demás el respeto hacia ti.
* ser generoso (pues te conoces lo suficiente como para reconocer con facilidad lo que sienten los otros).
* encolerizarte por la injusticia hacia alguien y tratar de hacer lo correcto a pesar de que no es fácil.

¿Algunas de estas características ya las tienes?, ¿piensas que falta algo aquí?. Esto es progresivo y se va aprendiendo.

¿Y qué significará no ser dueño de uno mismo?

* quizá ser esclavo de los otros –lo que suele ser agradablemente engañoso-. Puedes ser esclavo de tus amigos, de tus impulsos o esclavo de los objetos con:
* poca autoestima y respeto por ti mismo (te desanimas rápido de ti mismo o cedes a pesar de que no estés de acuerdo).
* descontrol de boca y acciones (tu cuerpo no te obedece).
* pobres aspiraciones.
* poca fe en ti mismo (no te arriesgas, pues sientes que te va a ir mal de todas maneras).
* poca responsabilidad sobre ti (echándole la culpa a los otros de las cosas que haces o que te pasan producto de tus decisiones, o evadiéndote).

Pero lo más fuerte es que pierdes la esperanza de que algo mejor está por venir. Como ya está todo determinado y sientes que no podrás lograr mucho, te dejas arrastrar por las decisiones o manipulaciones de otros, incluso las de la TV.

Como ves, hay mucho que perder si uno no se hace dueño de uno mismo.

En tu adolescencia exiges libertad, pero tienes que tener claro de qué quieres liberarte. Me atrevo a plantearte esto: ¡Libérate de todo aquello que pone freno a tu desarrollo personal y a tus talentos!

La adolescencia es el periodo donde se construye tu personalidad. Elige, como sugiere Judy Garland, ser “… siempre una versión de primera clase de ti mismo, en lugar de una versión de segunda clase de otra persona”.

Paracelsus no fue un líder de guerras, fue más bien un científico, pero su frase es inspiradora para las batallas más fuertes: las batallas interiores.









No hay comentarios: