20/4/09

El significado y construcción de la amistad

Un hermano es un amigo obligado, un amigo es un hermano elegido.

Al hablar de amistad, no puedo evitar filtrar mis propios conceptos respecto de esta, basados en los vínculos construidos con aquellas personas que, con el tiempo, he venido a llamar amigos. Uno no puede predecir con quiénes crecerá. El inicio de una amistad, así como la manera de enriquecerla y las formas como alcanza su madurez son variadas. Sin embargo, creo identificar algunos elementos que, como un patrón, permanecen relativamente constantes en este proceso que hace que un desconocido se constituya en un hermano elegido.
Indagué con respecto de la historia de algunas amistades célebres y hallé las de Plácido Domingo y José Carreras, Leonardo Da Vinci y Nicolás Maquiavelo, Albert Einstein y Marcel Grossmann, Papa Juan Pablo II y el Cardenal Ratzinger, Ludwig van Beethoven y Franz Schubert, entre otras. En estos vínculos percibí algunos puntos de partida y motivaciones interesantes para la amistad: la gratitud profunda, la admiración mutua, el servicio desinteresado al otro, la responsabilidad asumida en la misma fe, la estimulación y el aprecio constantes.

Nos toca como padres revisar nuestras propias concepciones y vivencias acerca de la amistad, y orientar a nuestros hijos en el momento en que les ha tocado vivir dentro de su proceso de maduración social. En esta etapa les toca aprender a ser amigos, y es una gran responsabilidad educarlos en la confianza, el compromiso, la reciprocidad, y en el brindar y recibir afecto.

Una de las actividades que trabajo en los talleres que realizo consiste en la construcción de un radar de confianza. Es común hallar que quienes no tienen a nadie o muy pocas personas en su círculo más cercano tienden a ser desconfiados de los demás y, por lo tanto, resultan menos confiables a los otros. He observado que son personas más enfadadas, molestas con el mundo, irritadas o cínicas, y tienden a echarles la culpa a los demás de sus problemas. Cuando uno confía en otro lo inspira e invita a hacer lo mismo; la imagen de confiabilidad no se gana “contando la vida”, lo cual hasta puede resultar sospechoso. Más bien, se construye sobre la base a la credibilidad, en el proyectar que tenemos buenas intenciones con el otro, en la amabilidad y la lealtad. Si uno muestra poca confiabilidad, recibirá desconfianza de los demás. Mahatma Ghandi expresó:”Si confías, puedes ser herido, pero si no confías, nunca aprenderás a amar”. ¿Cuán confiables son nuestros hijos a los ojos de sus pares?

La sociedad nos impulsa (y a veces no hacemos mucho para detenerla) a chocar con las personas más que a comprometernos con ellas, lo cual limita nuestra posibilidad de construir relaciones significativas. Una amistad se compromete, pero no hace las cosas por el otro, no recorre la vida por el prójimo, no lleva a la persona a traicionarse a sí misma. ¿Cómo se comprometen nuestros hijos con los otros?, ¿expresan lealtad, servicio y dan lo mejor de sí o priorizan lo material a las personas?, ¿tienden a valorarlas por lo que son o por lo que significan? Si están dando más importancia a las segundas opciones de cada dilema, hay más posibilidades de que sus vínculos sean superficiales y frágiles.

En la infancia y la adolescencia uno perfila lo que puede esperar de las personas, pero también lo que les puede brindar a las personas. Es un tiempo de excelencia para desarrollar la habilidad de relacionarse, y también es donde suceden las fracturas del aprendizaje de dichas habilidades.

La historia de Pinocho describe bien ese proceso de convertirse en persona. Desde mi punto de vista el hada real de Pinocho fue Gepetto, pues el carpintero le dio la oportunidad de experimentar lo más sublime que alguien puede hacer por otro: arriesgar la vida al ir en su búsqueda. Pinocho, al impactarse y sensibilizarse por ese gesto y al decidir hacer lo mismo en reciprocidad al altruismo del anciano, se trasformó cualitativamente, dejó de ser de madera para ser humano, dejó de ser el títere que otros movían para ser el niño con motivaciones internas. El hada solo validó lo que ya Gepetto había hecho con la magia de su amor. Es importante que en muchas ocasiones los padres hagamos de Pepe Grillo para interpretarles a nuestros hijos el significado de las acciones positivas de quienes los rodean y, sobre ello, educar la gratitud y la reciprocidad. ¿Qué tan expuestos están nuestros hijos a la bondad de otros y qué tanto están aprendiendo a ser recíprocos?

La amistad es una gran oportunidad para crecer como personas y hacernos cada vez menos egocéntricos, al impulsarnos a salir de nosotros mismos. La enemistad sostenida, el abuso, la indiferencia, el poco respeto, la insensibilidad y marginación hacia otros en la infancia y adolescencia significan un retraso en la oportunidad de crecer emocional y socialmente. Ante ello hay que estar atentos pues nuestros hijos pueden estar aprendiendo mal la lección de cómo ser amigo y ser persona.

Un amigo es leal. Es confiable, pues puedes estar seguro de él y de que pensará en cuidarte, incluso sin que tú lo sepas. Siempre hace más de lo que le pides o esperas, incluso disculparte o sacrificar su propio tiempo y beneficio. Es fácil ser trasparente con él, pues te sientes aceptado como eres, quizá no avalado en muchos casos, pero sí comprendido. Entre amigos hay admiración, hay un reconocimiento de las cosas que te hacen y lo hacen valioso. Entre amigos se prioriza el afecto y el vínculo frente a los errores y malos entendidos. La maduración de la amistad toma su tiempo, estimula lo mejor de las personas y, en verdad, quien la halla, encuentra un tesoro, un ángel, un hermano.

1 comentario:

jolubart dijo...

...si mi estimado Jose, ser amigo, tener amigos, a veces suele parecer vanal, pero esta construcción humana del compartir es realmente la fuente que da un sentido especial a nuestras vidas, asi es José, ...Un abrazo