9/7/10

Las Vuvuzelas y el poder del lenguaje positivo

Este Mundial se recordará por las sorpresas, pero también por el sonido de las vuvuzelas, una especie de trompetas que usaban los hinchas sudafricanos para alentar a su equipo, y que cuyo uso se ha generalizado en gran parte de la hinchada.

A veces como un zumbido de abejas, a veces como un coro de elefantes, todo ello para influir positivamente en su equipo, para motivarlos a emprender la batalla como abejas o como elefantes, organizados y enérgicos, con un solo objetivo y bajo una misma estrategia.

Los deseos positivos tienen un poder inmenso sobre quienes los reciben. De alguna manera programan sus mentes y los predisponen al éxito. El lenguaje tiene un gran poder: el poder de invitar al cambio.

En esta corta nota, quiero reflexionar acerca de cómo venimos usando nuestra vuvuzela en los diálogos con nuestros hijos, dicho de otra manera, cómo venimos usando nuestro lenguaje, este delicado instrumento, para alentarlos al cambio.

Los padres tenemos una influencia intransferible sobre nuestros hijos. Según un estudio que llegó hace unas semanas a mis manos, hemos vuelto a ser los principales referentes de nuestros hijos (hinchas y directores técnicos) aún por encima de los amigos. Nuestro lenguaje y nuestra forma de actuar son los medios privilegiados para comunicar y moldear una visión del mundo, pero también, moldean la visión de sí mismos que tienen nuestros hijos. Luego, desde ese molde valoran y juzgan al mundo y, también, a sí mismos.Si nuestros hijos experimentan con frecuencia la motivación positiva de nuestras palabras, éstas les sirven de modelo para expresar más fácilmente el afecto y aliento a otros a través de las propias, así como a hablarse positivamente a sí mismos, y en esos momentos difíciles, a través de su propio lenguaje alentador y optimista, a sobreponerse a las adversidades.

Las palabras expresadas en sentido positivo, imprimen una energía especial y permiten acceder a una lectura o percepción diferente de las cosas, usualmente más intensa y estimulante, como el mapa de la búsqueda del tesoro en vez de un mapa de secretos mortales que evitar.

Aquí pongo algunos ejemplos, que tienen las limitaciones del lenguaje escrito, pero que con las inflexiones emotivas de su voz podrían invitar a sentir y a hacer diferente. Intentemos probar un uso diferente de nuestro lenguaje en situaciones en las que acostumbramos usar un lenguaje atemorizante, desalentador o sarcástico. Evitemos el uso de la palabra “no” (que suele tener un efecto boomerang) al inicio de nuestros diálogos:

“La siguiente vez no salgas jalado” cambiarla por “La próxima vez seguro que tus notas mejorarán”

“No sé cómo lo lograste” por “Eso es lo que yo esperaba de ti”

“No te equivoques” por “Yo sé que lo harás”

“Es bien raro que hagas eso, ¿qué te pasó?” por “¡Qué sorpresa tan buena me diste!”

“No deseo que te pase nada malo” por “Quiero para ti lo mejor”

“No demores” por “Sé puntual”

“No estuvo mal lo que hiciste” por “Me siento orgulloso de ti”

“No te quedes callado” por “Dile lo que piensas”

“No noto avances rápidos” por “Cada día eres mejor”

“No sé si creerte esta vez” por “Creo en lo que me estás diciendo y sé que lo lograrás”

“Nunca cambias” por “Intenta una vez más. Estoy seguro de que te saldrá mejor esta vez”

“¿No entiendes, caramba?” por “Ven y te explico”

“Cállate y no llores” por “Ven, cálmate, respira y explícame lo que deseas”

“No te distraigas ni canses” por “Mantente atento a cada detalle y participa”

Vuvuzela significa en lenguaje zulú “baño de sonido”, ¿qué tanto nuestro lenguaje es un baño de sonidos y mensajes alentadores para nuestros hijos?. Intentemos probar el uso de un lenguaje positivo en algún momento en que nos hayamos acostumbrado a no hacerlo y observemos el efecto que tiene este cambio.

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