19/6/10

Si todas las teclas del piano sonaran igual …


Hay ocasiones en que nos quedamos absortos mirando el sueño de nuestros hijos y nos preguntamos cuán amados serán en el futuro, deseando que hallen personas que los quieran tanto como nosotros. Sin embargo, lo real es que a medida que los hijos crecen, perdemos el control del mundo en el que viven. De hecho, este no es tan protector como el de la familia o la escuela. Por esto es importante que los ayudemos a reducir los riesgos que implica este “salir afuera”. Ser tolerante hoy en día es remar contra la corriente. Ayudarlos a forjar compañerismo y amistad mutua es una empresa complicada cuando los mensajes que se reciben en los medios de comunicación sobre la forma de relacionarnos tratan de excluir, chismear, “maletear”, “franelear”, aprovecharse del otro, coludirse en contra del diferente o fanatizarse en una especie de logia, distorsionando el sentido de la amistad y las relaciones sociales, y adjudicándole al niño o joven un rol equivocado que puede asumir como su estilo de vincularse con las personas. 

¿En qué medida nuestras acciones contribuyen a que esos mensajes calen más rápido o se agudicen en nuestros hijos? Evitemos apoyar acciones o actitudes en ellos que, a corto o mediano plazo, inviten a que las personas que los rodean les muestren lo peor de sí mismas.Ayudémosles a ser tolerantes con los demás. Tolerar es una forma de invitar al otro a “ser parte de”. Cuando nuestros hijos están en contacto con diferentes formas de ser y vivir, aprenden a aceptar con naturalidad las diferencias y los enfoques diversos de las personas. Estas podrían tener razón además de una propia concepción especial de la felicidad.

Si todas las teclas del piano sonaran igual, no se podrían crear armonías musicales. Quizá por ello, cuando se compone una pieza musical, se habla de “arreglos”, pues las notas deben “arreglárselas” para armonizar en una hermosa convivencia. La posibilidad de la convivencia radica en el respeto y la valoración de las diferencias, en aceptar que los demás son como son y no en pretender que sean como nosotros quisiéramos que sean. Cuando tratamos de descubrir lo mejor que hay en los demás, esa visión selectiva nos abre el panorama hacia nosotros mismos, como un boomerang, permitiéndonos hallar lo mejor de nosotros mismos también. En ese sentido adquiere valor el pensamiento “dime qué odias en los demás y te diré qué es lo que no aceptas de ti”. La tolerancia es una invitación para el afecto y aprecio de los demás.


Es una fuente de integración que permite forjar amistades íntimas y de apoyo mutuo. Educar a nuestros hijos en tolerancia implica estimularlos a entender a los demás, a cooperar, a ser sensibles a las necesidades del otro. También supone enseñarles a estar alerta y ser críticos ante la intolerancia, la discriminación y los abusos. Quien aprende a pensar de forma tolerante nunca deja de pensar así.

“Los problemas eran los mismos, queríamos paz en la tierra, amor y tolerancia entre las personas de todo el mundo. Hemos aprendido que el cambio es lento”. Paul McCartney

No hay comentarios: